jueves, 25 de octubre de 2007

Línea 4, Part II










Es muy raro que use la Línea 4, rara vez para ir al cine afuera de la estación Simón Bolivar. No sé nada de ella, de sus cifras, ni ningún dato duro. Ahora sé cómo es por dentro, porque ni sé con qué me encontraré si salgo a la superficie.Es amplia, llena de colores pero a su vez oscura. Por más luces que le pongan, no se me olvida que estoy bajo tierra. Me pregunté cuánto gastarán en la cuenta de la luz, y lo caro que será ahora cuando suba la cuentaen noviembre. ¿Usarán luces de bajo consumo? Qué se yo... son mis preocupaciones de 'dueña de casa'. Es culpa del calentamiento global, y que nos vamos a morir, y que es el fin del mundo, bla bla bla. El metro da para pensar... muchas estupideces entre cada estación. O quizás la solución a tu problema existencial.
La estación Vicuña Mackenna es caótica, un laberinto. Iba apoyada en la puerta que -supuestamente- no debería abrirse. Le tomé la foto a una niñita que dormía tranquila mientras me hacía recordar lo poco que he dormido esta semana. Salió la foto y en 2 milésimas caí al suelo. ¡Y qué iba a saber que cambiaba la apertura de puertas! Un señor me miró y sólo se limitó a decir: "Así es la cosa, la juventud siempre por el suelo", todo esto cuando agilmente me puse pié en tiempo record, mi cara más roja que nunca, y sólo se me ocurrió decirle "¡Qué caballero! Alguien desayunó piedras parece". No sabía donde ir... escalón escalera desvío, cambio de andén. Quería volver a mi Línea 1 y al caos de Escuela Militar.