miércoles, 3 de octubre de 2007

Loloca




Desde los 5 años hasta los 14 odié ser pelirroja. No hubo un solo día en que no me gritaran algo. Crecí sintiéndome fea, rara. Mi autoestima estaba bajo el nivel del mar. Siempre me pregunté si era adoptada porque nadie en mi familia era como yo. Me cargaba ser diferente. No pasar piola. Vivía a la defensiva y por eso mis amigos se acostumbraron a que conmigo hay límites y el que cruza, se quema.

Pero a pesar de eso, siempre fui la más alegre y risueña. En un comienzo lo usaba para esconder lo horrible que me sentía. Pero ahora que crecí – y no veo a esos imbéciles- las cosas cambiaron. Y mi pelo también. Veo fotos de distintas etapas de mi vida y me doy cuenta que mi pelo refleja fielmente como me siento por dentro. Estos años ha cambiado bastante. Llegué a la universidad con el pelo muy largo, brillante y rulos perfectos. Ahora está desordenado, las ondas no tienen definición y el brillo dura menos. Hace unas semanas lo corte mucho, porque estoy viviendo un cambio tan importante que mi pelo estaba cada día más indomable.

El naranjo es el color de la alegría, debe ser por eso que la mayoría de los hombres con que he estado son depresivos con el vaso medio vacío. La gente se me acerca a contarme sus problemas y con el tiempo he aprendido a no hacerlos parte de mi vida. Son suyos, tengo suficiente con los míos.
.
Los días de sol me encantan, porque siento que es mi fuente de energía. Me recargo y muchas veces termino hiperventilada. Los que me conocen mejor saben que a pesar de mis penas, siempre voy a tener algo gracioso que contar. Que no es raro que venda cuchuflí en los aviones, que use pegamento en vez de brillo labial, que aparezca en televisión gritando desesperada por algún cantante, que invente canciones flaites, o haga uno de mis tantos bailes ridículos.

En Santiago son pocos los que me conocen bien. Caben en una mano -y sobran dedos- los que me han visto llegar al tope de la furia para después dejar de respirar a causa de tanta risa. Creo que me falta mandar a la mierda a muchos, y hacer reír a otros. Si te he contado alguna de mis curiosidades, vivencias, o te hablo de manera ridícula, es porque me importas. La risa es el mejor regalo y mi alegría lo más honesto que te puedo dar.

Para mi familia estoy loca. Pero una loca buena, chistosa e inofensiva. Años atrás mi sobrina comenzaba a decir sus primeras palabras: “mamá”, “papá” y “pico”. Cuando un día le pregunté “¿Y quién soy yo?”, moviendo su cabecita crespa y una gran sonrisa me dijo “¡Loloca!”.

2 comentarios:

Lolo dijo...

¿Por qué todos tienen comentario menos yo?

diario de un caminante dijo...

Sí!!, ¿por qué?.. Quizás tememos a la furia de esta loca linda que es Loloca. Loreto, bromas parte, me parece que es esta una muy buena foto, y un texto igual de brillante. Tomas opciones relevantes, como la de la iluminación y el semi desnudo con la evidente intención de destacar por sobre todo el elemento que resaltas en tu texto (tu cabello y el atractivo color del mismo), parte importante de tu historia. Y el resultado es este, una foto memorable que, no me cabe duda, guardarás y hasta obsequiarás a tus cercanos.